Sangre e impunidad: 17 militares asesinados y Gobierno manda a paralizar operaciones contra criminales

28.04.2025
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La seguridad nacional atraviesa su hora más oscura. En los últimos días, 17 miembros de la fuerza pública han sido asesinados por estructuras criminales que, según denuncian altos mandos militares, operan bajo el amparo tácito del gobierno de Gustavo Petro.

La cronología de una tragedia anunciada

Todo comenzó el 23 de julio de 2024, cuando autoridades de Antioquia capturaron a alias Calarcá, uno de los cabecillas más buscados por narcotráfico y homicidios selectivos. Sin embargo, en una decisión que hoy se paga con sangre, el Gobierno Nacional ordenó su liberación, bajo argumentos que aún no han sido esclarecidos públicamente.

Peor aún: Petro firmó un decreto que paralizó las operaciones ofensivas del Ejército contra estos grupos, sumando ya 826 días en los que los uniformados tienen las manos atadas para enfrentar a los violentos. Mientras tanto, las regiones arden.

La masacre en el ETCR: soldados caídos protegiendo a desmovilizados

El episodio más reciente –y desgarrador– ocurrió en uno de los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR), donde los militares asesinados custodiaban a civiles y excombatientes de las FARC. La ironía es cruel: quienes debían ser protegidos por el Estado ahora ven caer a sus protectores, en medio de una política de "paz total" que parece sólo beneficiar a los violentos.

La respuesta de Petro: otra comisión, cero acciones

Frente a la ola de indignación, el Presidente se limitó a anunciar una "comisión independiente" para "verificar los hechos". La medida, calificada por analistas como dilatoria e insuficiente, contrasta con el llamado urgente de las familias de las víctimas y de sectores políticos que exigen operativos reales y justicia.

El país clama respuestas

Mientras el conteo de muertes sigue aumentando, Colombia se pregunta: ¿Hasta cuándo la impunidad? Con las elecciones del 2026 en el horizonte, el debate sobre la seguridad y el rol del Estado se intensifica. Por ahora, el saldo es claro: soldados sacrificados, criminales empoderados y un gobierno que parece mirar hacia otro lado.